lunes, 28 de marzo de 2011

Trekking Volcán Lanín 2do intento

Cuando finalizaba los últimos preparativos para hacer Quila Quina en bicicleta aparece Tyboo, con una inmensa alegría me comenta que llegó una pareja de franceses que quieren ir al Volcán Lanín, tienen equipo de camping (carpa, bolsas y comida) y me pide que los acompañe . . .


-si dale, vamos a conocerlos, me presenta y me hace de traductor, les explicamos que no tengo carpa, ellos dicen

–que puedo dormir con ellos . . ., y están dispuesto a compartir su comida si les hago de guía. Mi respuesta no se hace esperar, el micro sale en media hora, busco mi mochila grande, cargo algo de comida, abrigo, una frazada que me prestó el dueño del hostel y partimos a la estación de buses. A las 12 horas estábamos en Junín de los Andes y debemos esperar 1 hora el próximo micro, nos sentamos en el cordón de la vereda a comer sándwiches de queso con pan lactal negro y una cerveza bien fría.

En el micro nos encontramos con varios chicos que iban a los camping de la zona del Lago Heuchulafquen, nosotros nos quedamos en el mas cercano a la senda al volcán, armamos la carpa cerca de la orilla, acomodamos las mochilas y salimos a recorrer la costa del lago, sus aguas son tan trasparente que en la orilla se ve el fondo de piedras, luego un verde esmeralda refleja los grandes árboles, mas allá brilla bajo un sol intenso y a lo lejos las montañas van cambiando de colores de acuerdo a como les de la luz.

El sol empezó a ocultarse atrás de unas montañas, los colores fueron cambiando, el paisaje se transformó en rojizo, más bello aun. No queríamos abandonar la armonía, paz y tranquilidad que vivíamos en ese momento, hasta que la brisa fresca de la nochecita nos invito a volver al campamento.

Sentados en troncos y alumbrados por las clásicas linternitas de mineros comenzamos a poner la comida en la mesa, aparecían todo tipo de latas, galletitas, sopas y fideos, solo que los franceses no llevaron calentador, ni ollas. Poco importó, picadillo, maní y papas fritas fue la cena.

La noche oscura cayó definitivamente sobre nosotros, el frío fue calando cada vez mas, el silencio eterno, solo las olas golpeando en la orilla, y las estrellas brillaban más que nunca dándonos una sensación de pequeñez.

Todo era tan lindo que volvimos a caminar por la orilla, en la oscuridad, como para perpetrar aun mas ese momento.

El canto de los pájaros y las bandurrias me despertó temprano, salí en silencio de la carpa, una bruma cubría casi todo el paisaje; busque mi cámara, no podía dejar pasar ese momento para unas fotos.

Conseguimos agua caliente así que desayunamos con café y galletitas, dejé lista la mochila y comenzamos a caminar en busca de Puerto Canoa, donde empieza la senda al Lanín. A los pocos kilómetros nos alcanza otro francés que viajó en el mismo micro, está vez la caminata fue mas rápida, ya conocía el camino, sin descanso y con pocas fotos para no perder tiempo. Superamos lo realizado en el 1er intento sin inconvenientes, desde allí la senda es en subida, sobre piedras, sin vegetación pero ya se ve el Volcán Lanín, está ahí, cerquita, se distingue claramente una cascada y las paredes imponentes de su glaciar. Llegamos hasta el cartel que indica el fin del sendero, nos aventuramos mas, estamos en la cascada, allí almorzamos. Recuperamos fuerzas y avanzamos algo más por un pedrero, parece que nunca es suficiente, siempre queremos ir mas arriba. Una pequeña meseta nos pone el límite, allí nos detenemos, en silencio contemplamos el Lanín, es hermoso, un cono perfecto, su cumbre blanca con nieves eternas contrasta con el azul del cielo, luego del asombro miramos hacía atrás, allá lejos y muy abajo se ve el lago y se empieza a tener una real dimensión de lo que estamos haciendo, del logro obtenido. Está vez la montaña nos dijo si. Esta es mi cumbre.

Rato después llegan otros chicos, traen mate, no lo podes creer, ¿sabes lo que es tomar mate allá arriba, sentados en un circulo y pasando de mano en mano ese mate calentito, compartiendo galletitas, historias, en la cara sur del Lanín, en un día totalmente despejado? Es increíble.

A todo esto ya no llego al micro que pasa a las 17 horas, poco importa, este es uno de los mejores momentos de mi vida, Dios proveerá.

Una vez en el camping, luego de una ducha reparadora, nos prestan un calentador y una olla, calentamos agua para el mate, ¿se imaginan a los franceses tomando mate amargo?, ahí no mas empezamos la cena, sopa y fideos con salsa (todo instantáneo claro) y chocolates de postre.

Esa noche no vimos estrellas, ni fuimos a la orilla del lago, tampoco nos pusimos románticos o nostálgicos, estábamos muy cansados y ya era suficiente para un solo día.







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