Poder realizar este trekking acompañado por mi hijo, en un lugar tan bello como es el Sur Argentino, viviendo momentos de duros esfuerzos físicos, con malas condiciones climáticas, con hermosos momentos para el descanso, la reflexión y la meditación, tomando decisiones que involucran tu supervivencia, viviendo una experiencia casi primitiva, donde la comida, el abrigo, el bienestar y la seguridad es lo único importante en el mundo y depende de tu compañero y de vos mismo, fue una experiencia maravillosa y que todos los hombres debemos vivir.
Los primeros días de Febrero partimos con mi hijo Nicolás rumbo a Bariloche, al llegar a la terminal nos sorprendió la cantidad de gente, casi todos con mochilas, muchos del extranjero. De inmediato nos trasladamos a la localidad de El Bolsón, desde allí nos dirigimos hacía el N. O. internándonos en el paraje Mallín Ahogado, lugar de chacras de fruta, cipreses y especies exóticas de pinos hasta encontrarnos con el poderoso y mágico Río Azul. Llegamos al Camping Hue Nain, armamos la carpa, calentamos agua en los fogones a leña y tomamos mates a la vera del río, la noche fue muy fría y con llovizna, a la mañana un buen desayuno y a preparar nuevamente la mochila.
A las 9 horas cruzamos un largo puente colgante sobre el Río Azul, la picada empieza a subir y nos encontramos con un bosque de Coihues que luego se empieza a poblar de cipreses, ñires, notros y lengas, se cruzan unas pampitas (espacio limpio de árboles), mallines (zonas de barro) hasta el arroyo Teno, se lo bordea y nos encontramos con el Refugio Hielo Azul, rodeado por un bosque de grandes lengas y el cristalino arroyo Teno. La calidez del refugio y un té caliente nos sirvió para compensar el esfuerzo, caminamos casi 7 horas, todo en subida, con las mochilas demasiado pesadas y con lluvia.
La mañana siguiente nos encontró sin apuro, un largo desayuno, charla con nuevos amigos, y nos fuimos hasta el Glaciar, sin mochila. Un corta caminata por un río seco, luego una fuerte trepada por piedras, casi al costado de un río con cascadas, sin nada de vegetación hasta una cumbre desde donde se veía la laguna congelada y el Glaciar, el viento pegaba fuerte y frío en el rostro, casi haciéndonos perder el equilibrio, descendimos, bebimos agua purísima, unas fotos y el lento regreso al refugio. Mate, biscochitos, libros y largas charlas hasta la noche. De cena, polenta con salsa y queso, exquisita; y a dormir.
Amanece mas frío y con lluvia, igual salimos hacía el Refugio Lago Natación, fuerte trepada, pasando por ríos muy crecidos y fuera de cause nos obligó a hacer equilibrio sobre troncos o ayudarnos con largas varas para no caernos y hasta pasar arrastrándonos sobre árboles caídos. Llegamos al refugio, un té caliente, una charla con el refugiero y continuamos todo en bajada rumbo al Cajón del Azul, una vez en el río el sendero se convierte en camino y es más fácil transitarlo, hasta llegar donde el Río Azul se encajona entre dos paredes inmensas. Subida por precarias escaleras, puente pasarela y llegamos al Refugio Cajón del Azul.
Al otro día decidimos hacer una recorrida corta, río abajo, sin mochilas y disfrutando el paisaje. Llegamos hasta el Refugio La Tronconada y regresamos por la margen opuesta del río, nuevamente en el refugio visitamos la huerta orgánica, el camping y establo. Luego del almuerzo emprendimos la marcha hacía el Refugio Retamal, aguas arriba del río, pasando por varios puntos panorámicos y el lugar donde el río se encajona. Llegamos al nuevo refugio en medio de una fuerte llovizna. La noche fue con fuertes vientos y lluvia, tal vez amanezca con buen tiempo, pero no, sigue lloviznando, nos tomamos un tiempo para decidir nuestro próximo destino: subir hasta el Refugio Los Laguitos o bajar hasta El Bolsón. Como el tiempo no mejora, decidimos volver. Caminamos todo día, desde el Refugio Retamal, pasando por el Cajón del Azul, La Tronconada, La Playita, Confluencia y luego de una fuerte subida de 45 minutos, nos encontramos en Chacra Wharton, donde dos horas más tarde pasaría un colectivo que nos dejara en El Bolsón. La espera fue para comer un buen sándwich de milanesa acompañado de cerveza bien fría, reencontrarnos con tres chicos de Trelew con los que compartimos el mismo recorrido.
Una vez en El Bolsón, casi de tardecita, pasamos por el Club Andino Pilquitron para comunicar nuestro regreso, sacamos pasaje para Bariloche y visitamos la plaza, donde gran cantidad de personas paseaban por allí. Por supuesto encontramos a varios amigos que en un momento u otro nos habíamos cruzado en un refugio o en un sendero.
Nos alojamos en Bariloche, ducha con abundante agua caliente, cena en restaurante. Al otro día nos dirigimos hasta Colonia Suiza y Lago Moreno, por la tarde larga mateada sentados en el muelle de madera, descansando, casi en silencio, la vista a lo lejos, recordando, los pensamientos en volver pronto y el corazón en nuestra familia, casi extrañando.
A las 9 horas cruzamos un largo puente colgante sobre el Río Azul, la picada empieza a subir y nos encontramos con un bosque de Coihues que luego se empieza a poblar de cipreses, ñires, notros y lengas, se cruzan unas pampitas (espacio limpio de árboles), mallines (zonas de barro) hasta el arroyo Teno, se lo bordea y nos encontramos con el Refugio Hielo Azul, rodeado por un bosque de grandes lengas y el cristalino arroyo Teno. La calidez del refugio y un té caliente nos sirvió para compensar el esfuerzo, caminamos casi 7 horas, todo en subida, con las mochilas demasiado pesadas y con lluvia.
La mañana siguiente nos encontró sin apuro, un largo desayuno, charla con nuevos amigos, y nos fuimos hasta el Glaciar, sin mochila. Un corta caminata por un río seco, luego una fuerte trepada por piedras, casi al costado de un río con cascadas, sin nada de vegetación hasta una cumbre desde donde se veía la laguna congelada y el Glaciar, el viento pegaba fuerte y frío en el rostro, casi haciéndonos perder el equilibrio, descendimos, bebimos agua purísima, unas fotos y el lento regreso al refugio. Mate, biscochitos, libros y largas charlas hasta la noche. De cena, polenta con salsa y queso, exquisita; y a dormir.
Amanece mas frío y con lluvia, igual salimos hacía el Refugio Lago Natación, fuerte trepada, pasando por ríos muy crecidos y fuera de cause nos obligó a hacer equilibrio sobre troncos o ayudarnos con largas varas para no caernos y hasta pasar arrastrándonos sobre árboles caídos. Llegamos al refugio, un té caliente, una charla con el refugiero y continuamos todo en bajada rumbo al Cajón del Azul, una vez en el río el sendero se convierte en camino y es más fácil transitarlo, hasta llegar donde el Río Azul se encajona entre dos paredes inmensas. Subida por precarias escaleras, puente pasarela y llegamos al Refugio Cajón del Azul.
Al otro día decidimos hacer una recorrida corta, río abajo, sin mochilas y disfrutando el paisaje. Llegamos hasta el Refugio La Tronconada y regresamos por la margen opuesta del río, nuevamente en el refugio visitamos la huerta orgánica, el camping y establo. Luego del almuerzo emprendimos la marcha hacía el Refugio Retamal, aguas arriba del río, pasando por varios puntos panorámicos y el lugar donde el río se encajona. Llegamos al nuevo refugio en medio de una fuerte llovizna. La noche fue con fuertes vientos y lluvia, tal vez amanezca con buen tiempo, pero no, sigue lloviznando, nos tomamos un tiempo para decidir nuestro próximo destino: subir hasta el Refugio Los Laguitos o bajar hasta El Bolsón. Como el tiempo no mejora, decidimos volver. Caminamos todo día, desde el Refugio Retamal, pasando por el Cajón del Azul, La Tronconada, La Playita, Confluencia y luego de una fuerte subida de 45 minutos, nos encontramos en Chacra Wharton, donde dos horas más tarde pasaría un colectivo que nos dejara en El Bolsón. La espera fue para comer un buen sándwich de milanesa acompañado de cerveza bien fría, reencontrarnos con tres chicos de Trelew con los que compartimos el mismo recorrido.
Una vez en El Bolsón, casi de tardecita, pasamos por el Club Andino Pilquitron para comunicar nuestro regreso, sacamos pasaje para Bariloche y visitamos la plaza, donde gran cantidad de personas paseaban por allí. Por supuesto encontramos a varios amigos que en un momento u otro nos habíamos cruzado en un refugio o en un sendero.
Nos alojamos en Bariloche, ducha con abundante agua caliente, cena en restaurante. Al otro día nos dirigimos hasta Colonia Suiza y Lago Moreno, por la tarde larga mateada sentados en el muelle de madera, descansando, casi en silencio, la vista a lo lejos, recordando, los pensamientos en volver pronto y el corazón en nuestra familia, casi extrañando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario