Sábado 8 de Agosto, amanece nublado, frío y con probabilidades de lluvia, la mochila descansa contra una pared del dormitorio, las botas nuevas me seducen desde el piso, el gorro de sol y el de polar están indecisos, y la cama me atrapa calentita y cómoda. Despejo mi cabeza rápidamente, unos mates me ayudan a despertar, mientras, termino de preparar la mochila y salgo para El Plumazo, poco a poco van llegando los amigos de La Tortuga Trekking, los de siempre y varios nuevos; y como invitados especiales un grupo del Instituto de Ciencias del Deporte de Paraná, que se preparan para el Champaquí.
Una pequeña charla informativa, foto del grupo y partimos, somos mas de 35 personas de diferentes edades y nos manteníamos unidos, desde atrás Alejandro nos cuida, trata que nadie se retrase y va solucionando problemas.
El tiempo fue mejorando, hasta unos rayos de sol se asoman tímidamente entre las nubes y nosotros seguíamos la ruta programada: caminos vecinales de tierra, Toma Vieja, sendero sobre la barranca, camino paralelo a la costa, tranquera y sendero hasta la desembocadura del Arroyo El Yeso.
El almuerzo se hizo informal, un breve descanso y surge una nueva propuesta: recorrer aguas arriba el arroyo durante una hora, desandar el camino y volver a orillas del Río Paraná. La repuesta fue unánime y partimos de inmediato, al principio fue difícil, mucha vegetación en galería, pozos de aguas, barro, pasos resbalosos, alternar una y otra vez el cause del arroyo, hasta que poco a poco se fue viendo el lecho seco y aparecieron las piedras, troncos de árboles petrificados, arena, huesos y cangrejos. Caminamos más de una hora y no llegamos al final del recorrido, a pesar del entusiasmo, debimos regresar. Sin dudas, lo mejor del día, extraordinario, un paisaje diferente, lleno de vida natural, colores y sensaciones.
Al llegar, un fuego entre las piedras y la olla humeante colgada de un hierro, indicaban la hora del mate cocido, esta vez con el agregado de peperina, y si en algo nos estamos superando, es en el mate cocido: exquisito.
El descanso alcanzó beberlo tranquilo, comer lo que nos quedaba, sacarnos el calzado, y algunas hasta se animaron a poner los pies en el río.
Luego emprendimos el regreso, sin pausas, charlando y planificando nuevas salidas y llegamos a destino justo antes de caer la tarde.
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